martes, 5 de octubre de 2010

Sabias que el lenguaje es más que sólo articulación


Cuando escuchamos que un niño tiene problemas de lenguaje, generalmente lo primero que se nos viene a la mente, es que muy probablemente este niño no habla de manera correcta, es decir, no se le entiende lo que trata de decirnos o simplemente no habla.

El lenguaje en un concepto más amplio, es la forma de comunicación de nuestros pensamientos, ideas, emociones, deseos, a través de un medio oral, escrito, corporal, gestual, manual, etc.. En fin, es un sistema complejo que nos permite comunicarnos y que nos lleva a aprender durante toda nuestra vida. El hombre no posee el lenguaje desde el nacimiento, sino que lo adquiere por medio de un proceso laborioso a lo largo de su infancia, el cual está ligado a la maduración de la actividad nerviosa superior. La característica mas importante del lenguaje es que gracias a él podemos transportarnos en tiempo, espacio, y acercarnos a nuestros sentimiento.



Este sistema tan complejo, está constituido por 4 niveles: Fonológico, semántico, sintáctico, y pragmático. Estos niveles podemos analizarlos de forma aislada, pero jamás se separan, a pesar de que unos se desarrollen antes que otros, siempre están presentes en nuestro lenguaje cotidiano al mismo tiempo, por lo que, limitar el lenguaje a mera articulación lo dejaría demasiado corto.



Cuando un bebé nace está constantemente rodeado de diversos estímulos que se encuentran asociados a diferentes acciones, por ejemplo cuando los adultos le van enseñando a nombrar las cosas que le van dando, hablar de lo que estan haciendo, mencionar lo que le estamos preparando, y mostrar objetos repitiendo constantemente el nombre de éstos. Estas acciones se repiten una y otra vez con los objetos y su rutina de su vida cotidiana. Así les damos el primer contacto de enseñanza-aprendizaje de este sistema. Es decir estimulamos el nivel semántico.



En los primeros meses de vida del bebe, se da el juego vocal (repetición incesante y sin motivo de sonidos vocales). El cual tiene la finalidad de entrenar y retroalimentar la emisión de fonemas propios y no del idioma, los cuales al paso del tiempo, se van diferenciando hasta acercarse aquellos que son propios del idioma que esta aprendiendo, iniciando con el entrenamiento del nivel fonológico. Constantemente los padres al ir repitiendo los nombres de las cosas estan estímulando esta fase, al igual que estimular la imitación vocal la cual se dá al repetir palabras o frases como el “agugu, agugu” que les hacemos a los bebes, promoviendo en ellos la imitación. Este sistema es el más fácil de distinguir si tiene alguna alteración o no, ya que todos los que participamos en su entorno, podemos distinguir si imita correctamente o no.



Otro nivel es el sintáctico, el cual esta relacionado con las reglas para agrupar las palabras en secuencias gramaticales aceptables de acuerdo a nuestra lengua nativa. Está relacionado con la estructura de las palabras para formar oraciones. Un ejemplo seria, cuando un niño pequeño dice: “Agua papá Guille”, y posteriormente al pasar por un proceso de diferenciación se daría algo cercano al siguiente ejemplo:




  • Agua

  • Agua Guille (Guillermo)

  • Agua papá Guille

  • Papá da agua Guille

  • Papá dame agua.



Por otro lado cabe mencionar la importancia del orden de estas estructuras, ya que el cambiarlo puede afectar el significado de la oración. Por ejemplo:



  • José ama a María

  • María ama a José

  • Ama José a María.



Y por último, tenemos al nivel pragmático, es decir, las reglas para el uso social apropiado y la interpretación de la lengua en un contexto, la conciencia del modo en que modificamos una conversación. Aquí podemos encasillar a lo que caracteriza nuestro lenguaje, es decir el lenguaje propio del mexicano, aquel donde jugamos con los chistes, los albures y las bromas, y así mismo la capacidad de elección de las palabras y la interpretación del discurso que utilizaremos en distintas situaciones. El nivel pragmático está relacionado con el hecho de que los niños muy pequeños no logran comprender los chistes, se ríen por inercia, y lo logran comprender hasta que son ya mayores, hasta que ya tienen un mejor uso de su pragmática.



Como podemos darnos cuenta el lenguaje es más que sólo articulación y podemos estimular su desarrollo todos los días al estar en convivencia con nuestros pequeños. Hay que hablarles, mostrarles y permitirles vivir día a día su lenguaje y nuestro lenguaje, lo único que tenemos que hacer es hablar con ellos y escucharlos. Es decir COMUNICARNOS.



Es fácil decir que tenemos que comunicarnos pero en estos tiempos es difícil hacerlo, o bien, hacerlo al 100%. Podemos estimular el lenguaje en los pequeños a partir de actividades sencillas como el preguntarles y escuchar con atención cómo les fue en el día, entablar una conversación sobre un tema de noticia, pedir a los pequeños que digan lo que quieren de manera oral y no señalando, contándoles un cuento corto por las noches y preguntar sobre este, corregir con respeto y afectuosamente cuando los pequeños articulen mal una palabra, llamar a los objetos por su nombre y no por diminutivos o por otros nombres que suenan bonito, pero que no son su nombre real.



En fin, lo más importante es estar alerta de que nuestros pequeños hablen, digan sus primeras palabras aproximadamente al año (un poco más, un poco menos) y de ahí en adelante se vea un avance en este desarrollo, esperando que alrededor de los 3 años puedan tener un diálogo corto, con algunas fallas articulatorias, pero siempre con la necesidad de comunicarnos que piensan, y que increíbles ideas pasan por sus cabezas. Recordemos que los únicos que no hablan son los bebés y no porque no quieran sino porque aún no pueden.



Por: LTCH. Mariana García Rodríguez

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