jueves, 25 de noviembre de 2010

Hay niño ya no puedo mas contigo….


La puerta del maltrato es la incapacidad de controlar al hijo.

Cuántos de nosotros nos hemos enfrentado a esta situación?, o cuantas veces nos hemos sentido como padre o madre incapaces de controlar anuestro hijo (a)?, y cuántas veces nos hemos sentido derrotados incluso con la sensación de que lo hemos tratado todo y no da resultado?, yo creo que todos como padres llegamos a tocar estas sensaciones de incapacidad y frustración, los cuales son los primeros elementos del establecimiento de una carrera al maltrato, no solo hacia al niño (a), sino a nuestra pareja, a nuestra familia y a nosotros mismos.

Primero analicemos que significa el maltrato infantil y su clasificación para poder entender el fenómeno de aplicar prácticas de crianza coercitivas. El maltrato se define como la condición creada por el responsable de brindar los cuidados y protección infantil en donde somete al niño (a) a una experiencia de sufrimiento excesivo que da como resultado un daño físico o alteración de su desarrollo. También es considerado maltrato cuando los tutores o padres no proporcionan los ingredientes esenciales para el desarrollo físico, personal, intelectual o emocional. Ambas partes de la definición se encuentran medidos bajos los estándares sociales permitidos (Azar, Fantuzzo, & Twentyman, 1984; Bousha & Twentyman, 1984; Douglas & Besharov, 1981). Dicho en otras palabras, maltrato es cuando descuidamos a nuestros hijos, o los sometemos a castigos físicos y abuso psicológico mas haya de lo permitido por los parámetros socialmente aceptables. Para poder ejemplificar este ultima frase, daremos un ejemplo entre México y Estados Unidos. Si un policía en estados unidos ve que un padre o madre le da una nalgada a un niño, inmediatamente es detenido, al niño se le somete a custodia temporal por parte del estado y una demanda es iniciada por una investigación de como el niño (a) es criado en la familia. Este mismo ejemplo lo vemos en algún centro comercial en México y no pasa a mayores el incidente. Otro ejemplo es cuando un papá en estados unidos se baja a un centro comercial para dejar una película y deja a su niño en el coche, digamos que el niño se encuentra dormido; si un policía detecta esto y pasa mas de 3 minutos, automáticamente detiene al papá, retiran al niño de su custodia y se inicia una investigación, pero si esto pasa en México, otros estándares son aplicados.

Para entender el maltrato como fenómeno, lo debemos dividir en secciones, ya que podemos encontrar el abuso físico, el abuso psicológico, sexual y la negligencia (Fantuzzo, 1990), y cada uno tiene sus definiciones y ambigüedades, quizá el que menos tenga es el referente al abuso sexual. Como este artículo trata sobre las prácticas de crianza, nos centraremos básicamente al abuso físico y al psicológico.

En muchas investigaciones sobre el maltrato infantil, en particular el abuso físico y el psicológico, hablan de que las prácticas de como criamos y corregimos a nuestros hijos se encuentran delimitadas socialmente, y la intensidad de ellas, entran en la aceptabilidad social o en el rechazo y repudio, y cuando estas se encuentran en el segundo rubro es cuando podemos hablar de un maltrato como tal, así que determinar un parámetro para identificar quien realiza prácticas de maltrato, solo podrán ser determinadas por las leyes del país, y las connotaciones sociales que su práctica tengan (Burgess & Conger, 1978), sin embargo si existe un común denominador en la literatura, que es la reacción del niño ante estas prácticas disciplinarias.

Una práctica disciplinaria es la forma en que el papá o la mamá usan para poder corregir a su hijo (Lorber, Felton, & Reid, 1984) y mantener el control del mismo en ambientes sociales. Estas prácticas pueden ser positivas o negativas, sin embargo la mas usada y conocida sería el comúnmente llamado castigo, el cual puede ir desde un grito, un jalón, una nalgada, hasta declaraciones de los padres denigratorias a los hijos (Chamberlain, Reid, Ray, Capaldi, & Fisher, 1992). Cada una de estas prácticas afectarán al niño (a) de diferentes formas, así como en algunos niños por mas que uno los castiga siguen haciendo lo mismo, como en algunos casos la mas mínima corrección hace que reaccionen con sobresalto, llanto o enconchamiento.

Muchas veces hemos escuchado en sesiones de tratamiento la típica frase “mas vale una nalgada a tiempo que …” y a partir de estudiar los modelos de maltrato queda claro el sustento que muchos papas tienen cuando usan el castigo de manera repetida, y es que tiene un efecto casi inmediato de terminar con un evento que genera el niño (a) y que somete a estrés al padre (Patterson, Reid, & Dishion, 1992) es por eso que es muy utilizado. También se ha observado que aquellos padres o madres que emplean el castigo como única medida correctiva tienen la tendencia de emplearlo con mayor intensidad, cada vez que un castigo pierde el efecto, escalando muchas veces a intensidades que pueden considerarse maltrato infantil.

Es inegable que el castigo es parte de nuestras vidas y estas son arreglos ambientales que suceden incluso sin mucha ayuda de nosotros, por ejemplo si tomamos una tasa de agua caliente y la derramamos en nuestra mano, esto es un tipo de castigo inflingido de manera natural, o cuando salimos rápido de la casa a la oficina y se nos olvida algo por no dejarlo preparado con anterioridad, es otro tipo de castigo hacia nosotros mismos, y es evidente que los padres o madres siempre tendrán estas opciones que resultan ser muy efectivas de manera momentánea, pero no son el mejor camino para tener la conducta de nuestros hijos controlada de una manera duradera, y esto es debido a los efectos secundarios del uso del castigo, que son precisamente las reacciones emocionales (Sulzer-Azaroff & Mayer, 1987)

Existen varias reacciones emocionales que podemos observar en niños sometidos a estres por el uso del castigo, el primero de ellos es cuando un niño solo se comporta bien, cuando la persona que ejerce el castigo esta presente y no cuando esta ausente, el cual puede presentar un gran problema, por ejemplo en la escuela, donde los maestros no pueden gritar, pegar o denigrar a un niño, y si tenemos una interacción padre o madre – hijo que se encuentra en este nivel, el niño (a) podrá mostrar problemas importantes de adaptación (Patterson, Reid, Jones, & Conger, 1975).

Otra reacción emocional encontrada, es cuando el niño (a) realizan conductas de escape para evitar o eliminar un castigo, por ejemplo el huir de la casa, generar conductas autodestructivas, incremento de un berriche etc., conductas que pueden perturbar mas la relación de padres e hijos.

Quizá una de las reacciones más difíciles de trabajar, es cuando los niños generar un fenómeno conocido como la trampa del reforzamiento negativo (Reid, 1978), este pude observarse en el caso en el cual el niño (a), digámoslo así, se crece al castigo, o busca ser castigado, es decir el constante reto hace que el niño tenga ganancias secundarias, por ejemplo, cuando un niño busca que la mamá o el papá lo castigue, porque después la mamá o el papá se arrepiente con sus sentimientos de culpa por haberlo castigado y lo recompensa mucho después.

Seguramente los papas que estan leyendo el artículo se preguntarán, bueno, entonces como le debo hacer. Y la respuesta es quizá mas sencilla que su práctica, sin embargo hay muchos medios para llevarla acabo. Primero debemos reconocer que el castigo es parte de nuestras herramientas, pero siempre la debemos de colocar como último recurso, o en el caso donde una trampa de reforzamiento negativo este presente, debemos tratar de decrementar su uso y sustituirlo por prácticas positivas.

¿Qué es una práctica positiva?, bueno, jugar a la buena conducta. Permítanme hacer una pequeña pausa para explicar esta forma de trabajar con los niños. En primer lugar, si somos muy críticos con nustra propia conducta, nos daremos cuenta que incluso, en el niño (a) detectado como difícil o etiquetado como terrible, realiza mas conductas apropiadas que las inapropiadas, esto es casi una regla, solo que las conductas inapropiadas que presenta, llegan a ser tan notorias que obscurecen las buenas. Dicho lo anterior explicaremos lo que es jugar a la buena conducta y esta se hace aplicando los siguiente pasos. Número uno debemos capacitar al papa a poner atención a eventos que el niño (a) haga bien de manera natural, e identificar aquellos que se contraponen con los negativos, tomemos el ejemplo de la obediencia, que se contrapone al berrinche. Número dos, capacitamos a los papas a identificar cuando obedece y cuando hace berrinche, Número tres, enseñamos a los padres a ignorar el berrinche e iniciar cada vez que el niño (a) obedece. Número cuatro, le enseñamos a los padres a registrar la conducta para que ellos mismos vean su evolución en el manejo de la estrategia.

Dichos en otras palabras, jugar a la buena conducta, es tratar de reeducarnos como padres a utilizar mas nuestro tiempo a decirle al niño lo que hace bien, más que a usar el castigo todo el tiempo. Muchas veces para poder llevar a cabo lo anterior es necesario aplicar una estrategia llamada entrenamiento a padres, esta consiste en la enseñanza de estrategias para que los papas mantengan ambientes positivos disciplinarios. En nuestra práctica profesional hemos observado que los papas se les acaban sus recursos o no son consistentes en usarlos, dos aspectos decisivos para poder modificar la conducta de un niño (a), recuerde, diversidad de recursos y consistencia son las claves del éxito para poder cambiar las conductas y no llegar a establecer patronos de maltrato infantil.

Por:

Mtro. Psic. Jorge L. González Q.

Mtro Psic. Gabriela Gpe. Téllez S.


Rev. 24/11/10

Cápsula informativa 1

Cápsula informativa 2

Cápsula informativa 3

Cápsula informativa 4

Cápsula informativa 5

Cápsula informativa 6

Cápsula informativa 7

Cápsula informativa 8

Bibliografía

Azar, S. T., Fantuzzo, J. W., & Twentyman, C. T. (1984). An Applied Behavioral Approach to Child Maltreatment: Back to Basics. Advances on Behavior Research and Therapy, 6, 3-11.

Bousha, D. M., & Twentyman, C. T. (1984). Mother-Child Interactional Style in Abuse, Neglect, and Control Groups: Naturalistic Observations in the Home. Journal of Abnormal Psychology, 93(1), 106-114.

Burgess, R. L., & Conger, R. D. (1978). Family Interaction in Abusive, Neglectful, and Normal Families. Child Development, 49, 1163-1173.

Chamberlain, P., Reid, J. B., Ray, J., Capaldi, D., & Fisher, P. (1992). DSM-IV Review.

Douglas, J., & Besharov, J. D. (1981). Toward Better Research on Child Abuse and Neglect: Making Definitional Issues an Explicit Methodological Concern. Child Abuse and Neglect, 5, 383-390.

Fantuzzo, J. W. (1990). Behavioral Treatment of the Victims of Child Abuse and Neglect. Behavior Modification, 14(3), 316-339.

Lorber, R., Felton, D. K., & Reid, J. B. (1984). A Social Learning Approach to the Reduction of Coercive Processes in Child Abusive Families: A Molecular Analysis. Advances on Behavior Research and Therapy, 6, 29-45.

Patterson, G. R., Reid, J. B., & Dishion, T. J. (1992). Antisocial Boys (1 ed. Vol. 4). Oregon: Castalia Publishing Company.

Patterson, G. R., Reid, J. B., Jones, R. R., & Conger, R. E. (1975). Families with Aggresive Children (1 ed. Vol. 1). Oregon: Castalia Publishing Company.

Reid, J. B. (1978). Observation in Home Settings (1 ed. Vol. 2). Oregon: Castalia Publishing Company.

Sulzer-Azaroff, B., & Mayer, R. (1987). Procedimientos del Análisis Conductual Aplicado con Niños y Adolescentes (2 ed.). México: Trillas.

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